11/1/14

Fotografiando sensaciones

En esta actividad los alumnos de cultura audiovisual tuvimos que realizar cada uno una caja original. En ella, habíamos de introducir los elementos que deseáramos con el objetivo de crear sensaciones en la mente de nuestros compañeros. Le hicimos una obertura a nuestra caja para poder introducir la mano y palpar el interior de la misma. Yo cogí una caja de zapatos y le hice una obertura en el lateral más pequeño. No me gustaba mucho que la caja fuera muy estampada por que pensé que podía distraer tus sentidos así que compré una lámina de goma eva de color blanco y forré la tapa. Puse un trozo de cartulina amarilla en la tapa para poderla levantar e introducir la mano sin ver lo que hay en el interior de la caja. Lo que yo puse en la caja fue algo de tierra para plantas, unas piedras de cantos redondeados y un par de piñas. Mi objetivo era crear la imagen mental de encontrarte en un bosque, tierra húmeda, algo de frío pero recomfortante, árboles altos, soledad, aislamiento, felicidad, nostalgia... una oleada de sensaciones. Veremos si alguien plasma esto en su blog.

Yo, por mi parte, introducí la mano en diversas cajas: las 18, 13, 8, 3, 4, 22, 23, 17 y 18.
Unos días después de comenzar las vacaciones de verano salí todo el día con mi cámara a hacer fotos. Llevé conmigo el papel donde tenía enumeradas las cajas con las sensaciones que me provocaron respectivamente. Mi objetivo era el de conseguir instantanias de varias, pero en especial de la número 18. ¿Y porqué la caja número 18? Pues porqué salí en domingo y este día para mí era el más idonio para representar las sensaciones que esta me transmitió:

CAJA18: Un sueño dulce, una gaviota volando sobre un mar azul y una vida feliz.






Los domingos son el mejor día para hacer fotografías de desconocidos, callejeras. La gente sale sin fines materiales. Quieren pasar un día agradable con los suyos, pasear, "tocar ferro", ir a la playa a dar un paseo, salir a correr, en bicicleta... Es un día feliz también para las parejas y familias, juntos observando el atardecer o simplemente tomando algo en una cafetería, sin prisas, sin nada que les enturbie la mente.


CAJA 3: Fragmentos de personas, Casinos que destruyen vidas.

Para esta caja he utilizado una fotografiá que hice un día cerca de mi casa. En un polígono vi que estaban derribando un edificio, corriendo fui a casa y cogí la cámara y un teleobjetivo con el que hice varias fotografías del destroce de la estructura. Cuando pensé en Casinos destrozando vidas rápido hice la asociación y me pareció que esta fotografía podría ser la adecuada. El Casino es representado con la demoledora y la estructura serían las personas; que en otro tiempo fueron esplendorosas estructuras en su apogeo y que a día de hoy, están siendo destrozadas. En la situación de crisis que vivimos, la demoledora podrían ser los bancos, los políticos... y la destruída edificación podrías ser tú.


CAJA 8: Un pequeño pez en el mar. Él es frágil, débil, pero yo no lo puedo atrapar.


En esta ocasión, lo que se me vino a la mente es un pez resbaladizo, y hice una asocicación de ideas con algo muy cotidiano y que le ha pasado a todo el mundo. Lo típico, abres un huevo, no se rompe pero te cae cáscara en el interior. Luego te cuesta atrapar los fragmentos de armadura, se resbalan y se vuelven a resbalar. Son escurridizos y ágiles.




CAJA 17: Un lugar comfortable, te sientes como en casa. Una manta de lana que no pica y un brasero bajo la mesa.

Cuando palpé el interior de esta caja lo primero en lo que pensé fue en mi casa, mi pensamiento poco a poco fue formando una imagen mental de mí hace unos años, de mí en la casa de mis abuelos, sentado a la mesa, tapado con una manta; de esas que tienen todos los abuelos en casa, y con el brasero encendido. Oigo a mi abuela preparándome su sopa, la que tiene el mejor sabor, la que mi madre intenta imitar pero no lo consigue. Mi abuelo está sentado conmigo y nos reímos. 
El domingo que salí a tomar las fotografías para esta actividad me encontré con estas dos personas y me recordaron a mis abuelos. La sonrisa de ella, que lleva muchos años a la espalda pero que se hace más bella con cada arruga, con cada pata de gallo, y la alegría de él, que quiere ser el abuelo más enrollado para su nieto. Todos hemos tenido abuelos, los hayamos conocido o no, y estoy convencido de que si comparo a los míos con una manta de lana que no pica lo entendereís. Yo los echo de menos, pero los recuerdo con una sonrisa, les quiero, y esta foto es en parte un homenaje a ellos dos. Sé que técnicamente no es del todo perfecta, y  que no destaca por su nitidez, ya que la hice desde muy lejos para que no me vieran y no supieran que estaban siendo fotografiados. Esta fotografía me trasladó a momentos felices del pasado; me recordó a esos dos ángeles que eran mis abuelos. Pero por otro lado, también me recordó a los dias posteriores a su marcha, en los que iba a su casa y los notaba aún allí. Parece mentira, porqué en aquel piso solo llevaban unos pocos años, pero habían impregnado cada centímetro de cada estancia de ellos mismos. Y olía su olor, y oía el aceite de la cocina chisporrotear, notaba a mi abuelo sentado en su sillón y a mi abuela en el suyo. Una guerra campal entre la dulce y tierna esencia que habían dejado y el vacío de su adiós.

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